domingo, 4 de septiembre de 2016

Boris Groys, Volverse público.

Politica de la instalación.

Hay poder en la exclusión, y especialmente en la autoexclusión. El que está excluido puede ser poderoso justamente  porque no es controlado por la sociedad; tampoco queda limitado en sus acciones soberanas por alguna discusión pública. Y sería un error pensar que este tipo de poderosa exterioridad puede ser completamente eliminada a través del progreso moderno y de las revoluciones democráticas. El progreso es racional. Pero no por casualidad, nuestra cultura supone que el artista está loco , o al menos está obsesionado. Foucault pensó que los curanderos, brujos y profetas ya no tenían  un lugar prominente  en nuestra sociedad y se volvieron figuras excluidas, confinadas a las clínicas psiquiátricas. Peor nuestra cultura es, fundamentalmente, una cultura de la fama, y uno no puede volverse famoso sin estar loco  ( o al menos pretender estarlo.) . Obviamente, Foucault leyó demasiados libros cientificos y solo unas pocas revistas de chilenos, porque en ese caso hubiera sabido cuál era el verdadero espacio social que la gente loca tiene hoy en día.

El objetivo del arte, después de todo, no es cambiar las cosas, ( de todas maneras las cosas van cambiando por si mismas todo el tiempo). La función del artes es, en cambio, mostrar, hacer visibles realidades que generalmente se pasan por alto.

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