lunes, 16 de julio de 2012

¨ Las escrituras europeas se componen de distintos signos fonéticos. Pero del mismo modo en que cada palabra pronunciada tiene un sonido propio en el que no se distinguen las vocales ni las consonantes de forma aislada, a no ser que se esté predispuesto a escuchar de esta peculiar manera, también la plabra escrita o impresa presenta una unión de letras propia que, por la costumbre de la lectura, se ha convertido en una figura familiar para nosotros. Reconocemos esta figura con la mirada más superficial; en realidad, mientras leemos concretamos nuestra atención solo en comprender el sentido de la frase. Apenas reparamos conscientemente en la figura conocida de la palabra y, a lo sumo, nos sorprendemos cuando está alterada por una errata. A la vez que la figura, percibimos el sonido, pero como si nos llegara desde muy lejos y, a través de él, captamos el sentido d ela palbra, que en realidad es solo un medio para comprender lo que se dice en toda la frase, Asi se lee habitualmente, aunq existen otras formas de la lectura; en concreto el fundidor que comprueba la legibilidad de una letra, el corrector que busca erratas de impresión, o el escritor que corrige el estilo leen d manera distinta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

INTERESADOS

CONTENIDO