miércoles, 13 de junio de 2012

En algunis escritores norteamericanos, cualquier privación, cualquier sufrimiento, se convierte en rebeldía, ira criminal y venganza contra otros. Hay una ausenciacasi total de emoción. Para ellos, la sociedad es responsable, y escribir se convierte en un acto de venganza

Es extraño; perder el yo, el ego. El ego es la caricatura que las personas confunden con su yo, el ego es el fraude, el actor, el travestí del yo.
Yoes perdidos, confundidos, ciegos. Cuando nace el verdadero yo, el ego desaparece. Aquí está el remedio contra la ira, el contraveneno que el mundo prefiere denigrar o ignorar. Cuantas personas duras y no.humanas he visto derretirse ante mis ojos y volver a ser humanas. Cuantas iras se desvanecieron, cuántas actitudes falsas se abandonaron, cuantos odios quedaron curados.
He visto personas torcidas e impotentes transformarse en seres constructivos, creadores, humanos. Sobre todo, he visto que la fuente de ira más corriente es la impotencia. la hostilidad no es más que celos. El afán destructivo es un signo de impotencia.

¨Ahora ya no lo escribo por las mismas razones¨
Análisis es, precisamente, lo que yo no deseo ahora, cuando he aprendido a no precipitarme sobre el perfume de las flores, a no tocar el aliento del rocío, a no rasgar cortinas, a no destilar la esencia de los pétalos, a dejar que la exaltación y el rocío se eleven, vuelen y se desvanezcan. El perfume de las horas, que sólo se destila en el silencio, el pesado perfume de los misterios que no han s...ido tocados por manos humanas. La carne contra la carne genera un perfume, mientras que la fricción de las palabras sólo dolor y división. Formular sin destruir con la mente, sin deformar, sin matar, sin marchitar. Esto es lo que he aprendido viviendo, esa delicadeza y temor de los sentidos, ese respeto por el perfume. Esta será mi ley al escribir.
Anaïs Nin.
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